Nació el 14 de enero de 1907, en la sección de Don Pedro de Pena en la entonces común de Tamboril, en la provincia de Santiago siendo en orden cronológico el noveno hijo de Eugenio Blanco y la señora María Ubaldina Sosa.
Su padre, quien en la sección de Don pedro Abajo y regiones aledañas era conocido como una persona de absoluta seriedad y bien dedicado al trabajo que le valieron de estimación y respeto le valieron para que se le llamase don Gengo. Procrearon 10 hijos: María Ismaela (Fallecida en la infancia), Jesús María; Estebanía Librada, Ramón Eugenio (Geno), Luis Maria «Churo»; Julio Antonio «Chingo»; Maria Bienvenida; Rafael Enrique «Enrique Blanco» y Edilia Victoria.
Su madre murió en el 1929 antes de que su hijo menor de los vorones se convirtiera en el defensor de los principios fundamentales de la dignidad humana cuyo acto trajo la despiadada extinción de casi el total de la familia por parte del tirano.
Enrique Blanco como su padre desde niño trabajo junto a sus hermanos los quehaceres de la agricultura. Se ejercitaba en actividades deportivas y fue conocido entre su comarcas como un recio y aguerrido bateador.
Solo alcanzó el primer grado en la escuela campestre razón por la cual casi no sabia leer ni escribir. Su modo de conversar era inculto y había en su expresiones tosquedad y rudeza pues hablaba común y corriente con el arcaico campesino cibaeño sin escuela.
Cuando estaba en la edad de entre 18 y 19 años decide la liberación de la tierra que le vió nacer y ingresa al ejército nacional, entre los años 1925 y 1926, durante el régimen constitucional que presidió el general Horacio Vásquez Lajara, para canalizar sus apiraciones militar, acudió a un amigo de su padre, al general Pedro M Estrella «Don piro», valeroso hombre de armas, quien enganchó a Enrique como raso del ejército Nacional.
En el desempeño de sus funciones era arbitrario y estimaba sus deberes más allá de los reglamentos, actitud que hacia que sus compañeros fueran renuentes a practicar el servicio junto a éste personaje.
De esa época le deviene el apodo del cabo, pues un alto jefe militar dispuso que fuera jefe de patrulla, es decir, que fungiera como Clase frente a los otros rasos que integraban una patrulla y fue así por mucho tiempo.
En una ocasión al celebrarse una fiesta en el poblado de Boca Chica, se presentó en estado de embriaguez, provocando un tremendo enfrentamiento donde hirió a varias personas, y un disparo con el revolver que portaba alcanzó a una señora transeúnte, la cual expiró al ser llevada a la beneficencia que hoy es llamado Hospital Padre Billini.
En este hecho resulto herido de arma blanca en una de sus clavículas, pero sin trascendencia. Investigado el caso, fue sancionado con seis meses de reclutamiento en la Torre del Homenaje, pena que no llegó a cumplir, pues asunto especiales del movimiento político obligaron un movimiento de tropas, lo que aprovecho el alto militar que le era de afecto, para levantar la sanción, poniéndolo en libertad y en aptitud de servicio.
La forma de proceder durante su primer alistamiento lo inhabilitaron para ser admitido en el realistamiento, dado al cumulo de faltas disciplinarias en su Libro Record, y que el comandante de la 17º compañía del E.N. donde el raso Rafael Enrique Blanco Sosa, prestaba servicio desestimo el deseo del mismo y, por el contrario, recomendó su no recibimiento, pues en la vida militar éste privilegio sólo lo tenían los observadores de una conducta que los haga acreedores a tal merecimiento, lo que es ganado con disciplina, corrección y espíritu.
Lo que según el informe del capitán el Raso Blanco Sosa con su temperamento jamás amoldó la disciplina militar, era un adicto a las bebidas alcohólicas y un emprendedor jugador de dados. Esta recomendaciones motivaron que Enrique Blanco no continuara en el E.N., y lo obligaron a retornar a su patria chica de Don Pedro Abajo, donde se dedicó a su habitual ocupación agricultor a pequeña escala, ya que los terrenos que disponía su padre eran escasos.
Las circunstancias especiales que que cambiaron la política a principio de 1930, al quebrantarse el orden constitucional, y el manto Cívico del 23 de febrero de 1930, le brindo la oportunidad al ex raso Enrique Blanco retornar al rescinto del cuartel, teniendo cabida para los primeros meses de ese mismo año, ingresando al centro de enseñanzas que para ese entonces estaba ubicado en el kilómetro 9 de la carretera Duarte y que comandaba el capitán José Navarro Mejía del Ejército Nacional.
Después de servir al ejército en los en el comienzo de la dictadura de Trujillo, decide desertar de manera misteriosa se llevó consigo el arma de reglamento y se le acusaba de haberle dado muerte a un compañero de armas convirtiéndose así en el hombre más buscado durante la dictadura.
Como es normativo fue puesto en todas las guarniciones del país, mediante Orden Especial, en la que se daban informe del hecho e instrucciones de hacerlo preso, con la advertencia de estaba armado de un revolver marca Smith & Wesson calibre 38 que debía ser recuperado, dejándose entrever que su persecución revestía mucho riesgo más bien por su peligrosidad pues teniéndolo de valiente y muy decidido, lo juzgaban capaz de defender a muy alto precio su libertad y su vida.
Con lógica apreciación la jerarquia militar creyeron que se regugiaba por los predios de Don Pedro, donde estaban su padre, hermanos y demás familiares, por cuya razón fueron enviadas patrullas a su persecución y captura pero da la impresión de que su captore en principio buscaban al compañero de armas.
Cuentan que en una ocasión mientras Enrique Blanco jugaba una partida de dado, y en el momento de más concentración aparecieron unos guardias, pero al esto conocerlo como amigo y compañero de armas, ignorando que era este le preguntaron ¿Donde esta Enrique Blanco? a lo que este respondió mirándolo fijamente «No ta aquí, busquelon pa la capitai».
Instruido por un compañero de arma, quien le dijo que si devolvía el revolver que era lo que a los militares interesaba dejarían de buscarlo, entonces decidió entregar el revolver con el cual había desertado lo remitió al Coronel Luis Veras Fernandez, del E.N., quien para ese entonces comandaba la fortaleza San Luis siendo llevada el arma por su padre y el alcaide pedáneo de la sección de Don Pedro Abajo, es señor José Blas, tan pronto el ejército recupero el arma se suspendieron las patrullas para su captura.
Esta suspensión de actividad para capturarlo se mantuvo por casi dos años durante los cuales se le veía en fiestas y galleras sin embargo el Ejército ni la policía municipal nunca lo molestó.
Cuando todo se puso al rojo vivo debido a las muchas muertes que se le atribuían, la tregua fue levantada y la persecuciones se aumentaban violentamente. Entonces para esa época fue cuando Enrique Blanco dio inicio a la comisión de actos delictivos que inquietaron de sobremanera a los habitantes de los lugares que hacía sus movimientos.
En esa etapa es que Enrique Blanco visita al vecino país de Haití, y visito a un papá Bocó Haitiano quien le preparo un ensalmo para que ni las balas, ni los cuchillos entrasen por su cuerpo, por lo que con dicho conjuro ningún mortal podía darle muerte, ni mucho menos herirlo, entregándole sendos amuleto que ni para bañarse podía quitárselo .
Habiendo conseguido esto Enrique Blanco le preguntó si era posible que otro brujo le quitara dicha magia y el brujo haitiano le racionó diciendo que no.
Entonces este le pregunto que quien podía darle muerte y el brujo le contesto Dios y yo entonces Enrique Blanco se abalanzó hacia el brujo haitiano dándole una estocada que le provocó la muerte dejando el conocido refrán «Más vale por si acaso que un yo lo pensé».
Es a partir de ese entonces que Enrique Blanco se sabía inmune al puñal y las balas, también sabía que al único que tenía este poder él lo había ya eliminado.
Se llego a decir que Enrique Blanco era brujo y que era visto cuando le pasaba a los guardias por el lado.
Era tan grande el temor que se le tenía que los guardias al ubicarlo en un lado se iban para el otro por no encontrarse con él.
Como Enrique Blanco conocía de palmo a palmo todas las secciones, llanos y montañas y regiones colidantes al municipio de Tamboril y Santiago el ejército rondaba todas partes tras el y empezaron a detener a todas las personas que pidiesen darle alimentos o le diera alberge.
A Enrique Blanco se le atribuía crímenes que jamás cometió, se le achacaban cosas de tres lugares distintos y casi al mismo tiempo, también lejanos a su demarcación.
Pues bien Enrique solo andaba con un puñal hasta que una noche sorprendió a un policía se carretera mientras le estaba haciendo el amor a una joven coqueta de Gurabo, en la carretera de Santiago Puerto Plata, quitándole un revolver que portaba y el cinturón con balas del mismo.
Ahora aparte del puñal largo y afilado ya Enrique Blanco tenía en su poder un revolver y 38 a 50 cápsulas a su disposición la cuales iba emplear depende de las circunstancia.
Enrique Blanco tenía fama de buen tirador, de eso aparte de las normas y reglas adquiridas por instrucciones o enseñanzas, poseía el don de naturaleza donde ponía el ojo ponía la bala. Según la versión de Domingo Pantaleon, contó que siendo militares juntos el y Enrique Blanco después de recibir nomenclaturas de fusil Máuser, la cual es teoría básica de esta arma, y con los cinco disparo que hizo Enrique Blanco marcó cinco dianas o seas, dió en el centro del tiro al blanco, y el director asombrado, como los demás compañeros paro la práctica de tiros para darles explicación de este caso excepcional.
Entonces dijeron que era una Chepa (Para lo que no son dominicanos es lo mismo que suerte) y lo pusieron a tirar de nuevo y repitió la misma acción a lo que respondió el instructor ¿y de donde salió este hombre? «Ese debe ser el diablo».
Gregorio Polanco conocido por todo el pueblo dominicano como Gollito, fue un general de montonera, matrero, ocurrente, aparte de su valor bien probado, se le atribuyen graciosas anécdotas con injuicioso sentido filosófico. Su más conocida fue la repuesta a Trujillo, cuando este le pidió opinión de su criterio sobre su gobierno Gollito le respondió «Bueno General Trujillo, el tabaco es fuerte pero hay que fumarlo».
Enrique Blanco incursionaba por los predios del general Gollito, en la sección de Pontesuela al medio que queda colindante con Don Pedro Abajo se acercó a dicho general para pedirle ayuda económica, la cual obtuvo pero aprovechando el general Gollito para decirle esta palabras «la verdad Enrique Blanco que en estos contornos tu y yo somos los únicos con calzones en la Bragueta. A lo que contesto Enrique Blanco «No señor general, el único macho de pelo en pecho eh ute que por aquí a peliado de frente y atacando, yo en cambio vivo huyendo para defenderme y evitar caer en mano de quienes me persiguen».
Enrique Blanco le gustaba exigir silencio leal, discreción absoluta a todos cuanto le conocían o le prestaba ayuda dándole comidas y alojamiento ocultante. un acto desleal del que Enrique Blanco se enterara era motivo para enfurecerse y tomar represalia entonces cruzaba la raya de la amenaza y le daba una pela o los mataba.
Los campesino vivían de la sugestión pues de un lado el ejército le obligaba a la información delatora y por el otro lado Enrique Blanco le obligaba al silencio, esta era la difícil situación del campesino era como aquel dicho «Palo si boga, palo si no boga».
Alfredo Cruz ejercía el comercio a pequeña escala, tenía un colmado en el paraje Viejo y quien algunas veces, Enrique Blanco acosado por el hambre acudió a su puerta pidiéndole proveerlo para saciar el hambre.
Una noche Alfredo dormía en dicho colmado, junto a un hermano, y al llegar Enrique Blanco y llamarlo, Enrique Blanco solicitó que lo proveyera de pan, queso, tabaco y una botella de ron.
Mientras se demostraba solícito a complacerlo y daba conversación entretenida, el pulpero había mandado a su hermano a buscar al alcaide pedáneo Pedro Pérez, el que enseguida recluto ocho hombres armados y rodearon la casa comercio, Enrique Blanco reunió todo lo que fue a buscar en su macuto y listo para irse, dándole un jalón al pulpero con brusquedad diciéndole «Alfredo mandaste a buscar a las autoridades, me denunciaste, y tu sabes lo que yo le hago a los deslenguados… pero a ti no te voy a matar por que me ha quitado el hambre muchas veces». Y dirigiéndose al alcaide pedáneo le dijo «Pedro voy a salir, te advierto que hoy es día de Corpus Cristy y no quiero matar a nadie… Así lárgate con la gente para no joderte».
Al instante hizo un disparo que perforo el zinc del colmado lo que bastó para que el Alcalde y acompañantes se despistaran, huyendo a to meter, mientras Enrique Blanco con aire displicente , salió al camino e iba disfrutando del pan y del queso, y dándose un petacaso de ron caballito que era el ron que le gustaba.
Como otros relatos es bueno escuchar, aunque en diferencia de lugares y la manera como sucediera, en el caso del compadre de Enrique Blanco donde este le fue en solicitud de albergue, quien con fingida complacencia le dio recibimiento que aparentaba beneláito, acomodándole en una rancheta conuquera, también le dio una suculenta cena, con su botella de ron y su tabacos por lo que Enrique Blanco se sentía totalmente hospedado.
Transcurrido el tiempo el compadre considero bastante tiempo para estar dormido, con todo sigilo llegó al puesto del ejército Nacional, que estaba cercano a su casa, retornando con tres militares y como práctico al fin al entrar primero al indicado rancho cayo con la frente abierta.
Enrique Blanco se había vuelto un experto en la escapada pues los guardias al tropezarse con el muerto solo vieron el celaje del hombre que buscaban.
Cuenta que una vez a referirse a su compadre dijó: «Me ha dado mucha pena haber matado a mi compadre Memecio , pero el fue el que se buscó su muerte, por que él sabía bien que yo no perdono a los traidores y me traicionó.
Enrique dándole fama de ser implacable con los traidores motivado por la postura del Alcalde Pedáneo de la Almendra que por el cumplimiento de su deber al percatarse que Enrique Blanco estaba por los predios informo a los guardias y esto enviaron fuerzas a perseguirlo.
Enrique Blanco jamás fue visto por los guardias, pero como era amigo del alcalde considero su postura como un acto de traición a su persona y a su amistad, eran verdaderos motivos para no dejarlo sin sanción, por lo que tomo la reacción de asediarlo de la manera que le fuera conveniente.
Ya fuera tocándole las puertas, enviándoles mensajes amenazantes con familiares y personas del lugar así le recargo el temor al Alcalde que opto por abandonar sus tierras, su mujer y sus hijos huyendo por lo que en su comunidad empezaron a llamarle el manilo.
De las muertes a supuesto traidores una de la que más se menciona es la de Mon Cigarro, Ramón Motas se le apodaba así por que siempre en la boca llevaba un cigarro de los denominados tubanos o pachuché, era un agricultor de profesión algunas veces cambiaba por la de chofer, estaba siempre al Servicio Informativo del gobierno, en la persona del Comisario de la policía Municipal o del Coronel del ejército de Santiago, Mon Cigarro conocía muy bien a Enrique Blanco de forma idéntica Enrique Blanco lo conocía a él, habían crecido juntos y además eran muy buenos amigos.
Una vez, había salido a recorrer el campo, y en la sección de jaragua Mon Cigarro se tropezó con Enrique Blanco, donde celebraron el encuentro pues hacia tiempo que no se veían. Allí compartieron largamente despidiendose satisfactoriamente de haberse encontrado, y donde volverían pronto a hacerlo.
Tan pronto Mon Cigarro, retornó a la ciudad llevó a conocimiento al jefe de la policía municipal que para esa época se le denominaba como comisario, todos los pormenores de su conversación con Enrique Blanco y plantearon estrategias para su captura.
El plan consistió en que mon en vez de policías o militares, llevaría civiles amigos que reclutaría con tentadoras ofertas que lo estimularían en la acción. Además fue una orden de la cual no se podían resistirse, pues el desacato a la misma implicaba una sentencia de muerte.
Mon se situó en el sitio acordado, pero Enrique Blanco lo esperaba desde su escondite y lo observaba todo y le disparo un proyectil en la misma boca, mon cae desplomado al instante, rodando por tierra y revolcándose en su propia sangre, hecho que ni siquiera vieron los que le acompañaban.
Un día Enrique Blanco evitando el cerco que le puso la guardia se encontró con Rosendo, una persona conocida suya y después de conversar ambos siguieron en contrarias direcciones, cerca de donde se despidieron a Rosendo lo sorprendió la guardia que lo interrogó acerca de que si conocía a Enrique Blanco o lo había visto por esos lugares, respondiéndole éste que si lo conocía pero de verlo ni un rastro por esos lugares.
Pero sucedió algo que para Rosendo fue inexplicable siempre al rato le salió Enrique Blanco y quiso explicarle lo de su entrevista con la guardia, pero Enrique Blanco lo detuvo y le dijo: «No me diga na.., yo lo he oí to… así deben ser los hombre para defender los amigos por que hoy por mi y mañana por ti, soy tu amigo y puede contar conmigo para cualquier cosa, por que no hay hombre sin hombre ¡Adiós hasta después!».
Se cuenta que al transcurrir el tiempo en el mismo lugar de Quinigua, en una tienda que fue levantada improvicionalmente instaladas por buhoneros que van los días de pago a la factoría y plantaciones agrícolas, Rosendo discutió acaloradamente con un forastero, dicho forastero sacó un largo cuchillo y procedió enterrarselo a Rosendo pero antes de poder hacerlo recibió un tiro en el pecho cayendo muerto por una bala escupida desde el revolver de Enrique Blanco quien antes de marcharse le dijo a Rosendo «Tuve yo te lo había dicho hoy por mi, mañana por ti».
Enrique Blanco, también le arrancó el pudor a muchas mujeres de la zona, tomaba a las mujeres de las zona en continuos actos de violación.
Ya perseguido en todo los lugares, llegó a un campo del municipio de Gaspar Hernandez, precisamente en la casa de Alonso Sosa hermano de su madre a quien sus familiares le llamaban Papá Alonso.
Pero en el sito que había recibido la confianza de sus familiares, Enrique Blanco, rapto a su prima hermana la hija de Alonso, éste con la condición de padre ofendido apeló a proceder a la justicia a su indigno sobrino que lo burló en su propia casa.
Basado en la querella El sargento Teodoberto Blanco Castro puso dispuso patrulla permanente tras la búsqueda del raptor, pues la guaría no le perdía ni pie ni pisa. Enrique Blanco en una desesperación juró que se vengaría del sargento, venganza que cumplió asesinándolo.
También mató al raso Camilo Jáquez (Camilito) del Ejército Nacional quien había pedido permiso para ver a su madre que se encontraba enferma. El razo vió a Enrique Blanco portando un puñal a la vista lo que le pareció sospechoso (aunque no conocía a Enrique Blanco), le exigió que le entregara el puñal, pero Enrique Blanco haciendo que iba a acatar la orden sacó el revolver del macuto haciéndole un disparo que le atravesó el corazón dejando a camilito tendido en el suelo.
Tras la muerte del raso del E.N. fue cuando empezó a circular la versión de que Trujillo daba dos mil pesos y la insignia de Teniente del Ejército a quien capturara vivo o muerto a Rafael Enrique Blanco Sosa.
Enrique Blanco fue agrandando el radio de sus operaciones lo que fue un estrecho circulo familiar se extendió por casi toda la región cibaeña, y a veces muchos lugares del noroeste.
Cuando esto sucedía llegaron a Trujillo las expresiones emitidas por Enrique Blanco «En el ejército hay uno que si nos pechamos frente a frente debe ganar el que tire primero y es el teniente Mingo Peña los demás uno por uno no se pueden enfrentar conmigo por que le tiembla la manos, esas partidas de cobardes to me tienen mieo»
Sucedía que Mingo Peña era intimo amigo de Enrique Blanco y compañero de juego de vicio. Trujillo lo había cancelado y no hacia mucho que lo había a mandado a buscar nuevamente a su servicio con el rango de primer teniente. Y al notarse las expresiones de Enrique Blanco fue ascendido a Capitán, llamándolo el mismo.
Trujillo a su despacho en el palacio Nacional, y diciéndole usted esta enterado de las expresiones de Enrique Blanco acerca de lo que sucedería si ustedes dos se encontrasen y en caso de que se batan a tiros y le ordenó: «Vaya a su encuentro y le aconsejo que primero ¡Buena suerte Capitán Peña!».
En cumplimiento de la orden el capitán Mingo peña con una tropa por él comandada, acorraló a Enrique Blanco y muchos militares perdieron la vida encontrándose, entre ellos el civil Mon Germosén Santana intimo amigo de Enrique Blanco quien fue fusilado en los tres troncos de mango en la sección veragua por encontrársele el revolver del raso Camilito.
Pero en esta operación Enrique Blanco volvió a Salir ileso por su agilidad y destreza.
Cuentan que fueron inútiles las trampas que por el camino les tendían, hasta que apareció un brujo que dijo que si le entregaban todo lo que pedía en cuestión de días o talvés horas, atraparía el hombre que venía azotando a las autoridades y civiles de la zona. Trujillo entonces mandó al Comandante que le entregaran todo lo que pedía dicho brujo para realizar la arriesgada misión.
Inmediatamente al lugar llegaron diez caballos negros todos con arnés y nueve hombre a los cuales se le había dado la aureola de valentía y decisión y con el brujo completarían los diez a cada uno se le asigno un caballo.
Entonces vestidos de trajes blancos confeccionado para el efecto, se tiznaron el rostro y salieron a recorrer los campos donde Enrique Blanco había establecido su guardia. Todos agotados por el cansancio de recorrer y recorrer sin exito en sus fines. Toda la comarca y alrededores aprovecharon el vado de un riachuelo que bordeaba por verdes y frondosos arboles, se echaron al suelo para el descanso entre las sombras.
Pero no bien se habían tirado uno de los jinetes con los ojos demensurados abierto, que brotaban casi a salirse de órbita, pregunto a sus compañeros: ¿Como es que habiendo salido 10 habemos 11?
Y de manera desorbitadas todos se montaron a los caballos, picaron sus espuelas y se olvidaron de la misión de capturar al ya terrorífico Enrique Blanco.
Como ya sabemos del rapto de su prima y los crímenes cometidos indujeron a Teodoberto Blanco Castro a disponer sistemáticos servicios de ronda en su demarcación y demarcaciones aledañas para capturar a Enrique Blanco y ordenó la persecución, cateo de las casas de todas las secciones y parajes como Ojo de Agua, Veragua, Joba Arriba, la Piragua, magnate, Bejuco Blanco, la Monteda, El peñón, Agua Clara, Río Piedra, La Hicotea, Yerba Buena, Boba, Sabana Cajuiles, Los Pomos Boca de Orí, Los Guao y muchos Otros. Ya la venganza contra el Sargento Venía jurada.
Para tal propósito decidió asaltar el cuartel del Ejército Nacional, para llevar a cabo su venganza contra el Sargento Blanco Castro trazó un atrevido plan estratégico, haciéndose llamar el Capitán Dulce reclutó 20 campesinos que produjo temor, entre lo que se encontró el Alcalde pedáneo de la Monteada el señor Ningo Estrella como su ayudante Armont obligándole a una acción que todos ignoraban allí se apersonó al Cuartel del Ejército en la población de Gaspar Hernández donde dormían el Sargento y los rasos Martín Santos Florentino y Tulín Núñez (El Burro), y allí le ordenó al Alcalde que llamara para hacer entrega de los presos que llevaba.
Cuando esto sucedía uno de los detenido le dijo que entrara por el patio que estaba abiero, lo que aprovechó Enrique Blanco para llegar donde dormía el Sargento Blanco Castro.
El 22 de octubre de 1936, Enrique Blanco asesino a mansalva al Sargento Teodoberto blanco Castro mientras dormia, le hizo 4 disparos, en el hecho dejo herido levemente al raso Núñez pero el raso Martín Santos Florentino, logro reaccionar golpeando uno de sus acompañantes pero recibió un golpe contundente del revolver de Enrique Blanco.
Pues bien según lo concibió, ordenó a un campesino de apellido Rodríguez a cortar el cabe que unía a Gaspar Hernandez con Puerto Plata, olvidando cortar el cable que unía con la comunidad de Sánchez, que fue la vía que utilizaron para informar el hecho hacia Puerto Plata y de ahí a la capital de la República.
Cuando la información llegó a Trujillo este impartió una drástica medida de captura contra el hombre que había sembrado el terror en esta comunidad. Un guardacostas con un contingente bélico zarpó de San Soucí llevando especiales instrucciones hasta capturarlo.
Con estrategias y posiciones militares, con rondas patrulleras diurnas y nocturnas, bloquearon carreteras, caminos vecinales, trillos y veredas; las casas de los campesinos eran requisadas y la garantía de vida de los familiares y amigos del fugitivo era muy remota.
El 24 de octubre de 1936, aparecieron asesinados Ramón Eugenio Blanco Sosa y Jesús María Blanco Sosa, cuyos cadáveres tenían señales de ahorcamiento, perforaciones de balas y heridas de armas blancas, se mandaron autoridades investigativas pero todos en el pueblo sabían que su único delito era ser hermanos de Enrique Blanco.
días más tarde en el patio de la familia Gutierrez apareció asesinado debajo de una mata de uvas de playa en una horqueta que le servía de sostén el raso Julio Antonio Blanco Sosa (Chingo) también hermano de Enrique Blanco. Chingo se había alistado en el Ejército Nacional y asignado al escuadrón de caballería duro varios años allí pero por desgracia fue llevado a prestar servicio en Pedernales y cuando el acoso de su hermano fue llamado por el Coronel Joaquín Cocco hijo ordenándole perseguir a su propio hermano, algo que fue impedido por otro alto militar allí presente.
Más luego apresarían y darían muerte a Eugenio Blanco padre de Enrique Blanco, ciudadano ejemplar querido y respetado. Fue lanzado en el trayecto de puerto plata a la altura de la desembocadura del rio Gen en Gaspar Hernández, con los pies y manos con una pesa encima para que siempre fondearan el mar.
Al encontrarse la re-conexión telefónica apareció la cédula del Individuo que Enrique Blanco había mandado a cortar los cables, el individuo delato los nombres de los acompañantes de Enrique Blanco en el asesinato del sargento Teodoberto Blanco Castro. Todos fueron capturado y llevado a la fortaleza San Felipe donde el capitán Arturo Mañe supo respetar sus integridades físicas, pero al amanecer en la loma Isabel de Torres el Capitán Andujar al llegar a la sección La Ermita fusiló a 12 de los presos y otros ocho en Boca de Gen.
Lo que fue sin duda un vil genocidio.
Enrique Blanco se veía cada vez más acorralado, su fuera y movimiento se veían perdiendo imposible de vulnerar sabia la gravedad de su caso tenía tres Alternativas.
1) Hacerle Frente al enemigo
2)Entregarse
3)Suicidarse.
La primera ni la segunda serian jamás parte de su caso puesto que en varias ocasiones había dicho que no lo haría. «Yo no me entregaré de eso puede estar seguro» mientras mostraba sus pies hinchados, «Quizás sea la última vez que no veamos don Juan, asi que mientras tanto barriga galta corazón contento». Así contó Juan Ramón Ramos del que era su amigo de infancia que le había dicho días antes de su descenlace.
Así fue que el 24 de noviembre de 1936, Enrique Blanco tomo su revolver su inseparable amigo y se suicido dándose un balazo en la cien derecha, a las 11 de la noche en la sección Aguacate Arriba, dándole la instrucción a un joven campesino de nombre Delfín Alvárez García para que cobrara la recompensa de su muerte.
Delfín Alvárez dio su versión al señor Enemencio Bencosme alcalde de la sección Aguacate Arriba «le había disparado en la cien derecha mientras Enrique Blanco dormía un placido sueño en la finca de don Fife» luego le enseño el revolver que portaba Enrique Blanco con el cual según el le había dado muerte.
Decidió ir con el joven héroe, acompañado de moradores del lugar, entre los cuales iba su esposa, un grupo de tropas comandadas por el sargento Peralta al que apodaban la liza luego se le unió un capitán con la odiosa fama de crueles para ir al lugar.
El cadáver de Enrique Blanco fue trasladado a la comandancia del Ejército Nacional en la ciudad de Moca, donde miles y miles de espectadores, y fue paseado en macabra exhibición por las calles de Santiago, donde las personas con los rostro compungidos se reunieron al macabro sepelio.
El 25 de noviembre de 1936, la camioneta que exhibió su cuerpo llegó a la sección del ingenio Arriba militares reclutaron a varios hombres que sin mortaja ni ataúd fue tirado su cadáver
Así termino la existencia del hombre más temido, respetado, odiado y admirado Rafael Enrique Blanco Sosa
En 1978 por diversas construcciones que empezaron a erigirse los restos de Enrique Blanco fueron recogidos y expuestos en una mesa envuelta en la bandera nacional como homenaje a quien fue considerado uno de los primeros luchadores Antitrujillistas. Un incidente se produjo al momento de dar cristiana sepultura a sus restos en el municipio de tamboril cuando el comandante regional del Ejercito y el fiscal de Santiago en ese entonces trataron de arrebatar los despojos fúnebres a los ciudadanos que incluso los calificaron de santo. Enrique Blanco fue sepultado en el cementerio de tamboril pero años mas tarde su tumba fue desaparecida para dar paso a una construcción y solo queda el recuerdo de este hombre cuyas hazañas son narradas en un merengue a su honor que le compuso el maestro puertoplateño Wilfrido Vargas que se titula “Enrique Blanco fue el conquistador de la montaña”